El Viaje del Héroe
Tengo a mi lado una persona muy querida que lleva un tiempo a la deriva por una crisis personal y vital.
Le veo y me veo a mí hace tres años. Mi cuerpo me pide ponerme a su lado y mostrarle lo que a mí me ayudó entonces, pero sé que no debo.
Me gustaría ahorrarle los caminos que a mí no me llevaron a ningún lugar, (o a lugares no deseados), aunque en realidad, hasta esos caminos nos enseñan algo. Me gustaría hacerle y que se hiciera las preguntas correctas. Ésas, que para responder tienes que tomarte tu tiempo y que te obligan a mirarte, a dejar de engañarte, a escarbar, quieras o no quieras.
Me gustaría decirle que después del caos viene el orden, que hay que destruir para construir de nuevo o que hay que dejarse morir para renacer, sin que suenen a frases Mr. Wonderful. Sé que es así, porque mis carnes lo han vivido. Pero hay que dejarse atravesar por estas palabras, no pensarlas, para sentir lo que significan de verdad. Hay que rendirse. Y lo que cuesta…
Estos días pensaba en ese Viaje del Héroe que diseñé para mis mujeres viajeras en el verano del 2021. Heroínas que se encontraban (en realidad nos encontrábamos) en proceso de búsqueda, muerte, re-construcción y transformación de nuestro yo femenino. Fué precioso asomarnos juntas a nuestros abismos en la Peña de Arrigorista, escuchar el silencio de la noche oscura de luna llena a los pies del Dólmen de Sorginetxe o bailar desbocadas al son de la txalaparta. No olvidaré lo que supuso para mí aquel primer viaje. Cómo llegué y cómo salí después de acompañar a aquellas viajeras por la tierra en la que crecimos las mujeres silenciadas de mi clan.
Entender mi propio Viaje del Héroe me ayudó en su momento a ver que lo que me estaba pasando no era extraño, ni atípico, sino que había sido observado, estudiado, pautado y recogido por varios autores dos siglos atrás. Conocer el monomito del Héroe y saber que los humanos seguimos rutas mentales similares, me supuso entonces un gran alivio. No estaba loca. Y una pequeña y oculta decepción. No era tan especial.
Cada viajero es único y debe hacer su propio viaje personal, encontrar sus propias respuestas, lanzarse valiente al proceso de descubrirse quién ES de verdad. Cuestionándose, dándose nuevas oportunidades para transformarse, no juzgándose, aceptándose y siendo paciente con el tiempo y la pausa que su proceso merece.
El Viaje del Héroe, no es un viaje fácil ni corto y hay que vivirlo en solitario, pero la recompensa a la valentía de enfrentarte a ti mismo… es inmensa.
Supongo que lo único que puedo hacer por ese viajero cercano y querido, es animarle a que no desista, interferir lo menos posible en su proceso y estar o dejar de estar a su lado sabiendo que ésto no va de mí.
Y cuando descubra que, gracias al viaje, ha dejado de ser viajero y es héroe, yo no sé dónde estaré, pero desde allí o aquí, me alegraré siempre e infinito por él.
Si eres viajera o heroína, si estás perdida o medio encontrada… resiste y persiste. Disfruta del proceso. La recompensa de volver a casa transformada, es inmensa. Y coge fuerza y sobretodo aprendizajes para la próxima. El viaje nunca acaba.
Te abrazo.
Patricia P.
Pd. 1: Hace unos días descubrí en RRSS que una antigua compañera de un curso, ha empezado a ofrecer Viajes de la Heroína como los que yo ofrecía en 2021. No te negaré que descubrirlo supuso una punzada de traición, pero hoy me alegro de que aquella propuesta resultara suficientemente atractiva como para que alguien más se haya sumado a ella.
Pd. 2: La foto de la cabecera me la hizo mi querida Katia Prat hace dos veranos, cuando empecé a diseñar Alcestis, mi primer viaje iniciático. La arboleda donde hicimos parte de la sesión ya no existe. Katia me escribió meses después de nuestro encuentro para contármelo y un escalofrío me recorrió la espalda cuando lo leí. Era un lugar muy especial.
Pd. 3: Si te apetece indagar en el monomito de El Viaje del Héroe, Joseph Campbell, es el padre del mismo, pero el libro “Ser mujer, un viaje heroico” de Maureen Murdock, podría ser tu regalo del dia de la madre para entender la búsqueda que hemos seguido instintivamente muchas mujeres para abrazar y sanar la herida de lo femenino. Toda una revelación.